Dice el Dr. Humberto Maturana, que las expectativas están hechas para no ser cumplidas (ni las tuyas, ni de los opinólogos)... justo esto fue lo que le pasó a Vanessa cuando llegó su primera bebé:
"Desde que sabes que serás mamá, te haces a la idea que
enfrentarás cambios en tu cuerpo y en tus emociones, que sin dudarlo serán la
experiencia de tu vida"…
De eso no me quedaba
la menor duda cuando mi esposo Antonio y yo decidimos ¡por fin! tener un bebé, aquí,
en Estados Unidos. Durante 3 años lo intentamos muchas veces, hasta que Dios nos
concedió ser padres.
Era tanto el deseo de tener un bebé que me acosaban muchas
preguntas: ¿Lo haremos bien?, ¿el bebé
será sano?, ¿y si no sé cómo criarlo en un país que no es el mío? ¿Cómo lo haré
sola? Fueron unas de las millones de preguntas que me hacía todo el tiempo y
que muchas veces me quitaban el sueño, entonces, sólo caminaba por mi casa en
la madrugada con esa panza que sólo crecía y crecía.
Nunca olvidaré el momento en que la sentí moverse por
primera vez, fue como un dedito tocándome por dentro diciendo "hola"... Y sin darme cuenta las lágrimas rodaron…
Ahí en ese momento supe que daría mi vida por esa persona que estaba dentro de mí, y que haría mi mayor esfuerzo por darle lo mejor. Cada mes me asesoraba por lo que me encontraba en internet, revistas... Amigas, etc. Apps en mi celular de que era lo que estaba pasando ese mes y que pasaría en el que seguía, en lo que "debía de saber" cuando ELLA, mi pequeña naciera.
Desvelos, hambre sobrehumana, aguacate para todo, agua
con hielos todo el tiempo, esos eran mis antojos todos los días, dormir en el sofá
de la sala el 90% de las noches ya era normal.
Mi esposo estaba muy ansioso y curioso por todo lo que le contaba
que había leído ese día.
33 semanas |
Finalmente después de largos/cortos días llegó "el
día". Un domingo a las 2 de la mañana, la fuente se me rompe y ¡no fue
JAMÁS como leí tantas veces que pasaría! "Que sí el tapón mucoso...", "Que sí era como un globo que tronara...", nada de eso me pasó
a mí.
Yo siempre había creído que el parto natural era lo mejor
según (de nuevo) a todo lo que había leído: "sales caminando al día siguiente", "la recuperación es casi
inmediata", "no tener la horrible
cicatriz de la cesárea”.
¡Pero en ningún lado leí que pasaría sí mi bebé
estaba cabezona y tenían que abrir y hacer cirugía en la parte de la vagina!...
La recuperación fue dolorosa, pero más doloroso fue saber que por mi trabajo de
parto - que duró 16 horas - mi chiquita tenía un problema por haber estado
tanto tiempo sin líquido amniótico dentro de mí (porque la fuente no se tronó
toda de una sola vez), nos dijeron que ella tenía el doble de glóbulos blancos
que lo normal, así que estuvo en observación durante 5 ETERNOS días.
Y ahí fue cuando recordé mi promesa que le hice a mi bebé el
día que me dijo "hola" con
su dedito. Verla enchufada a una máquina donde le checaban los latidos de su
corazón, su respiración, los antibióticos que le estaban dando por medio de la
micro-mini-vena, nos partió el alma y mi esposo y yo, juramos que jamás dejaríamos por ningún motivo
que ella se enfermara y que trataríamos de ser lo mejor para ella siempre.
A mí me dieron de alta a los dos días, pero ella tenía que
estar todavía 3 días más, el hospital nos prestó una habitación para poder
estar cada 3 horas en "cuidados intensivos" "NICU" por sus
siglas en inglés (newborn intensive care unit) y darle de comer pecho como
siempre yo lo había planeado… y ahí fue
cuando realmente el reto de la lactancia comenzó.
Teníamos los dos 100% conciencia de que la leche materna es
ORO líquido para nuestra bebe, así que costara lo que costara yo le daría pecho
todo el tiempo.
Mientras estábamos en el hospital visitándola cada tres
horas como relojito, como nos habían
dicho las enfermeras, nos decían que únicamente teníamos que darle 10 minutos
de cada pecho y terminarla de "llenar"
con fórmula… ¿qué no se supone que debe ser 100% pecho? -pensé- y la explicación
que ellas me dieron fue que si duraba más tiempo sacando leche, ella estaría
gastando más calorías de las que estaba consumiendo, me pareció lógica la
explicación y así lo hice.
Comenzamos a tener problemas de que se pegara puesto que mi
bebé no me estaba ayudando a formar los pezones y estaban completamente planos
(¿cómo se va a pescar de un pecho completamente liso?), las enfermeras me
ayudaban al escucharla llorar de hambre y ver nuestras caras de frustración de
padres primerizos. Una de ellas se rehusaba completamente a usar pezonera, otra
de ellas llenaba la pezonera de leche y me la colocaba para que mi bebé creyera
que era mía y succionara… Otra de ellas, con una jeringa, al momento de ponerle
el pecho le aventaba un chorrito de leche a la boca para que de nuevo mi bebé
creyera que era mía; un sin fin de trucos que ellas trataron de hacer conmigo
para que funcionara.
Así pasaron los días y yo no veía que mi producción de leche
fuera tanta, pero me explicaban que el estómago de mi bebé era tan pequeño que
la producción que estaba teniendo era más que suficiente para satisfacerla,
"ellas saben más que yo",
siempre me decía.
Pasaron los días y mi esposo y yo, felices de llevarla por
fin a casa, con las recomendaciones que en el hospital nos dieron: "cada tres horas, la despiertan y le dan NO
MÁS DE 10 minutos de cada pecho y llenarla con fórmula para que no se canse
demasiado"...
Así estuvimos dos semanas y no veía cambio ni en mis pezones ni en la producción y ahí fue cuando decidí comunicarme con alguien experto en lactancia: Miriam del Toral, me recomendó la “extracción poderosa" Extraccion-poderosa: consistente en realizar estimulación con sacaleches, preferiblemente doble, durante 10 minutos a intervalos de 45/60 minutos, durante al menos 24h. A partir de que se obtuvieran 15-20ml/hora, comenzar a distanciar las extracciones a 20 minutos cada 2 horas. Cuando se consiguieran volúmenes de 40ml/2 horas, comenzar a distanciar las extracciones a cada 3 horas, hasta mantener de 6 a 8 extracciones de 30 minutos en 24h. Además de pensar en mi bebe y olerla, ¡claro! También unos masajes en la espalda que harían que la producción se incrementara, funcionó bastante… pero no completamente.
Al ir por segunda ocasión con la pediatra, nos dijo que
estaba muy grandota y que estaba falta de peso, pero que era normal por la
velocidad en la que estaba creciendo, así que no nos preocupamos más de lo
normal.
Sin embargo, yo por dentro estaba muy estresada porque quería ser 100% leche materna y no podía, tenía a mucha gente detrás de mi diciéndome cosas como que "como era posible que NO tuviera suficiente", "que ella regalaba leche a manos llenas", "que ella tenía su propio banco de leche", "que la fórmula es como veneno", "que sí no se lograba la lactancia al 100% era porque YO NO ESTABA haciendo las cosas bien", "Como mamá, una tiene que encerrarse por 3 meses en la casa hasta lograr una lactancia exitosa""...
Muchos consejos y prejuicios que en lugar de ayudarme,
lograron lo que siempre me había temido ¡depresión post parto! Yo no quería
salir de casa, lloraba por no lograr llenar a mi bebé, no me arreglaba, no
quería bañarme, estaba triste, enojada, cansada y sólo pensaba en que yo era un
fracaso como mamá. Que la mayoría de las personas que aquí tenía no me ayudaban
mucho.
A mi frustración le sumé el hecho de que mi bebé llevaba unos días en
que lloraba mucho y no se quería pegar para nada, y de nuevo pensé en que era
yo la del problema. Gracias a dios, supe que era lo que llaman "crisis de
lactancia" (¿¡crisis!?) ¿A un
bebé de 1 mes?, pues sí, ella tenía una porque no había suficiente producción y
no quería esforzarse por extraerla, pero eso pasaría en unos días.
Yo ya no sabía qué hacer, lloraba en la regadera, y pensaba
que ya estaba harta de sentirme así. Gracias a Dios, mi esposo y mi familia
desde muy lejos fueron los que me ayudaron a salir de la depresión que me
estaba dando - y pasando a mi nena, que estoy segura ella lo resintió tanto
como yo -.
Decidí después de mucho pensarlo ir a un grupo aquí en Texas
que se llama la Liga de la Leche. Sudé y me estresé mucho el saber que tenía
que manejar sola por más de 20 minutos con mi bebé, era la primera vez que lo
hacía y ella no paró de llorar en todo el camino hasta que se quedó dormida.
Feliz y exitosa me presenté con la asesora Sharon. Ya estaba
ahí y me sentí muy bien al saber que había muchas mujeres con problemas como yo o
peores… (qué quieren... por lo menos ahora sabía que no era la única). Y cuando llegó conmigo y le conté lo que había pasado, de lo más
tranquila me dijo que mis pezones estaban bien, y que poco a poco se formarían,
que lo que estaba pasando es que mi bebé me llevaba mucha ventaja en "cantidad necesitada a la producción".
Así que me dio tips para producir más, poco a poco, pegármela hasta donde ella
solita se quitara de cada lado; con el saca leche, sacarme lo poco que quedaba y
así poco a poco estaría produciendo más.
Pero lo que más me ayudó - y que sigo teniendo en cuenta - es un consejo que jamás voy a olvidar. Me recomendó RELAJARME de todos los consejos de todo el mundo.
El chiste de la lactancia también es disfrutarlo al
100% y es cosa de dos y si no me relajaba menos se produciría más leche, me
comentó que hay muchas mujeres que desisten de dar pecho a libre demanda porque
es un trabajo muy agotador, no tienes vida (literal) y si eres muy pudorosa
(como es mi caso), el estar buscando un lugar dónde darle pecho -porque a mi bebe le choca que la tape -, ¡peor!
De nuevo me comunique con mi asesora personal (mi chichis teacher): Miriam, me
desahogué con ella, que además de decirme las palabras exactas para hacerme
sentir mejor, me dice perfecto que hacer.
Terminé por relajarme y hacerme a la idea que cada mamá
somos distintas y que cada bebé es distinto. Ser mamá es un trabajo duro y muy
agotador (hasta ahora). Yo estoy haciendo mi mayor esfuerzo en darle lo más que
pueda de mi pecho, algunas veces ella se rehúsa y no la obligo tampoco. No quiero
que ella relacioné la lactancia materna con algo obligatorio que no se disfruta,
al contrario.
Así que mi bebé y yo estamos más relajadas, siempre trato de
darle primero pecho y hasta que ya no quiere le doy fórmula y somos felices,
que esa es la intención de la lactancia finalmente. No sé hasta cuando le daré pecho,
no sé hasta cuándo ella quiera, pero en la medida de lo posible le daré hasta
la última gota que tenga.
Si en un futuro ella ya no quiere o come menos, me he
propuesto donarla para los niños que no tienen quién les de éste "oro
líquido" como el que yo le estoy dando a mi bebé…
Como verás, las expectativas y propias ejercen mucha presión
sobre las mamás y nuestros deseos de amamantar exitosamente.
Esa imagen está usurpada, es mia, quitado mi nombre y puesto otro logo, si es tuya, me gustaría que me lo explicaras y si no lo es pues te informo de la situación, en cualquier caso me gustaría que la retiraras del blog, gracias
ResponderEliminargracias por comoartir
ResponderEliminarme sentí muy identificada