lunes, 22 de junio de 2015

El jugador número 12. El padre y la lactancia materna...

Querida comunidad:

No estoy segura de haberles comentado, pero mi convicción por la maravilla de la lactancia me llevó a estudiar una Formación en Asesoría de Lactancia Materna en Edulacta. Ha sido un programa intensivo donde he aprendido mucho acerca de lactancia – por supuesto – pero también sobre ángulos que no me había detenido a contemplar entorno a ella.

Uno de esos aspectos es sobre la figura del padre "el jugador número 12", durante el acto de alimentar al bebé con leche materna. Una de las varias tareas que nos instaron a realizar, era entrevistar a tres papás sobre sus experiencias en este tema… yo le pedía ayuda a amigos que sabía que eran papás de niños amamantados (por los menos por un tiempo). De 9 papás a los que les pedí su testimonio, 6 respondieron a mi petición mandando sus respuestas por escrito.

A ellos, por supuesto, todo mi agradecimiento. No sólo por la enorme disposición para tomarse un tiempo en responder, sino también por su sinceridad… por ayudarme a ver que como asesora de lactancia, no sólo hay que trabajar con los protagonistas más evidentes – la mamá y el bebé -, sino también con los papás, para que comprendan el tremendo valor que tiene su apoyo y respaldo para que la lactancia se lleve a cabo, se mantenga y fortalezca en el tiempo y se normalice en la sociedad.


Yo les mandé las preguntas de forma directa de forma que las respondieran en 1ª persona. Este es el recuento de sus palabras:

Ante la pregunta: ¿Qué tal fue la lactancia de tu bebé o bebés?
Hubo respuestas tan vagas como “creo que buena”, o angustiosas: “pura preocupación, pues al principio tenía grietas y tenía que recuperarse de las cesáreas”; hasta afirmaciones como: “muuuuy largaaaa” - que dicen mucho más de lo que pretendía en pocas palabras.

La segunda pregunta fue: ¿Consideras que tu esposa tuvo la información y el apoyo familiar para llevarla a cabo?
Sólo dos reconocieron que ni sus esposas ni ellos tuvieron la información necesaria o por lo menos “No tanta información como hubiera querido”. También comentaron que la mayor fuente de la información provino de la internet y de los médicos.
Entonces les pedí que dieran algún ejemplo de lo que hacían para apoyar a su mujer y a la lactancia:
Hubo respuestas desde: “hacer eructar al bebé una vez que terminaba”, diplomáticas como: “siempre estar de acuerdo con la mamá y no contradecir”, prácticas: “pasando la toallita para cubrirse” o “llevando el oportuno vaso con agua” y de plano: “mucho ayuda el que no estorba”.

La siguiente pregunta: ¿Sentiste que la lactancia de tu hijo o hijos, en parte también había funcionado gracias a ti? ¿Te sentiste parte del éxito?
Uno dijo: “En mi caso, solamente procuré que prevaleciera el mejor ambiente para que esta actividad de amor incondicional madre- hijo se diera de la mejor manera y nunca me paré para cuestionar si funcionaron mis esfuerzos o no, simplemente los tenía que hacer por el amor profundo que siento por mi esposa y mis hijos en cada momento”.

Un papá muy entusiasta se denominó: “el jugador número 12 <de ahí el título de esta entrada>. Un jugador que no corre ni suda en el campo, pero que sí suda y grita hasta desgañitarse, al sacar desde sus entrañas más profundas todo el amor y apoyo hacia su equipo así como el odio y desprecio hacia el rival [...] Me sentí tan parte del éxito de la lactancia de mis hijas, como el jugador número 12 después de que su equipo fue campeón. Pa’ pronto, no jugué pero eché muchas porras”.

Entonces, ante el cuestionamiento: ¿Te sentiste excluido o fuera de lugar en algún momento? Las respuestas me parecieron un tanto ambivalentes, pues aunque ninguno se asumía directamente responsable del éxito de las lactancias de sus esposas, tampoco se sentían fuera de lugar, aunque sí un tanto excluidos, pues por más que quisieran ayudar, amamantar les parece un momento tan íntimo entre mamá y bebé, que se convierte en: algo así como ping-pong sin retas”. Alguno optaba por “dejarles ese momento de intimidad” y otro respondió: “Me sentí parte del éxito como familia [...] Pero no creo que mi apoyo fuera indispensable”.

Hubo quién decidió ser un poco más explícito: “El momento de exclusión llega cuando en el tiempo en que el infante lacta, la mamá es exclusivamente del bebé. Por mucho que una mujer  sea «súper- mamá», en ese preciso momento el mundo se detiene y por unos minutos (o el tiempo que dure el servicio de «Pits») sólo son Mamá e Hijo.
En ese momento no existen los hermanos, no existen los maridos, no existe nada más ni nadie más.  La mente de la mamá podrá estar pensando en mil y un pendientes por hacer  en la casa, podrá estar dando órdenes al resto de los hijos para que metan a bañar, podrá estar pensando en la lista del súper o en el menú del día siguiente, pero  en esos momentos, sólo son  ella y su bebé”.

Ante el cuestionamiento: ¿Te sentías incómodo si el bebé tomaba el pecho en público?
Todos dijeron que no, aunque con sus sutilezas, como: “Me sentía incómodo si ella no estaba a gusto”, “Creo que nunca se hizo en público”; “si a la mamá no le importa baja esa incomodidad en uno”; “…hasta donde me acuerdo, mi esposa siempre se cubría para amamantar”.

Este aspecto es muy importante. Es urgente normalizar la lactancia materna. En la actualidad, sólo el 14% de los bebés alcanzan los 6 meses de lactancia materna exclusiva en México. Los factores por esta notable disminución son muchos, pero uno de ellos y muy serio, es la presión social. En mis encuentros con las mamás, son muchas las que comentan que han suspendido la lactancia porque a los 6 meses la primera opinión sobre que paren viene de los médicos –que evidentemente no se han preocupado por formarse en lactancia materna y sus asombrosos beneficios -. 
Después, de las opiniones familiares, con dichos como: “ya está muy grande ese niño, ya no lo llenas, tu leche a partir de los 6 meses ya no lo nutre, es agua con azúcar” y muchos otras joyas vertidas por los opinólogos, que hacen que las mamás duden en seguir… Y sin información correcta o el apoyo del padre, la mayoría deciden interrumpir sus lactancias, aún sin desearlo.

La foto ganadora del Premio APILAM "Amamantar en público" http://apilamblog.blogspot.com.es/2015/06/foto-ganadora-del-premio-amamantar-en.html
Y finalmente, la última pregunta que contestaron fue: ¿Intentaste vincularte con el bebé de alguna otra forma? Prácticamente todos afirmaron: Sí. Unos jugando, otros dándoles el biberón en ausencia de la madre, casi todos comentaron el momento del baño como un espacio de intimidad especial, el cambio de pañal como un must de papá acomedido, y actividades más placenteras como: haciéndolos reír, hablándoles bonito, cantándoles…


Conclusiones personales:
Es curioso, creo que estos papás que accedieron a responder mis preguntas pertenecen a una generación un poquito más consciente respecto a la importancia que tiene su presencia y hacer en sus hijos, y hasta cierto punto, en el sostén emocional que son para sus parejas… pero todavía no cachan lo importantes que son para el éxito de una lactancia. Pues a pesar de no dar el pecho ellos (directamente), el apoyo que nos dan a las mamás con sus pequeños detalles: desde traer el vaso con agua, acomodar las almohadas o ayudar a terminar de dormir a los bebés, son muy importantes. Y la otra parte, que es que apoyar la lactancia frente a la familia y amigos también tiene un valor fundamental.

Tal vez porque los que me respondieron no están en contra de ella, no saben que las mamás que en sus parejas no tienen respaldo frente al hecho de amamantar o a superar los problemas que a veces la acompañan, sufren terriblemente, pues viven mucha soledad (en la lucha) y también al desistir por falta de apoyo.

Por último, quiero citar una frase atribuida a Antoine de Saint Exupéry:    
“si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo del mar libre y ancho”.

Creo que esta es nuestra labor, tratar de evocar en las mamás, papás, personas, familias, legisladores, personal sanitario y gobernantes, el anhelo de una sociedad más amorosa, más sustentable, más saludable, más empática y cuidadosa de los seres más vulnerables que la componen y que algún día se convertirán en esas madres, padres, médicos, legisladores y gobernantes que busquen construir una sociedad amorosa y respetuosa de su propia naturaleza.




Pd. 
Gracias por sus testimonios a estos amorosos "jugadores número 12", su apoyo es invaluable para esta reflexión: Diego, Eulalio, Juan, Adán, Ignacio y Gabriel, … un abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres compartir tu opinión o tu vivencia sobre este tema? Por favor escribe un comentario.