Querida comunidad:
No estoy segura de haberles comentado, pero mi convicción por la maravilla de la lactancia me llevó a estudiar una Formación en Asesoría de Lactancia Materna en Edulacta. Ha sido un programa intensivo donde he aprendido mucho acerca de lactancia – por supuesto – pero también sobre ángulos que no me había detenido a contemplar entorno a ella.
Uno de esos aspectos es sobre la figura del padre "el jugador número 12", durante el acto de alimentar al bebé con leche materna. Una de las varias tareas que nos instaron a realizar, era entrevistar a tres papás sobre sus experiencias en este tema… yo le pedía ayuda a amigos que sabía que eran papás de niños amamantados (por los menos por un tiempo). De 9 papás a los que les pedí su testimonio, 6 respondieron a mi petición mandando sus respuestas por escrito.
A ellos, por supuesto, todo mi agradecimiento. No sólo por la enorme disposición para tomarse un tiempo en responder, sino también por su sinceridad… por ayudarme a ver que como asesora de lactancia, no sólo hay que trabajar con los protagonistas más evidentes – la mamá y el bebé -, sino también con los papás, para que comprendan el tremendo valor que tiene su apoyo y respaldo para que la lactancia se lleve a cabo, se mantenga y fortalezca en el tiempo y se normalice en la sociedad.
Yo les mandé las preguntas de forma directa de
forma que las respondieran en 1ª persona. Este es el recuento de sus palabras:
Ante la
pregunta: ¿Qué tal fue la lactancia de tu
bebé o bebés?
Hubo
respuestas tan vagas como “creo que buena”,
o angustiosas: “pura preocupación, pues al
principio tenía grietas y tenía que recuperarse de las cesáreas”; hasta
afirmaciones como: “muuuuy largaaaa”
- que dicen mucho más de lo que pretendía en pocas palabras.
La segunda
pregunta fue: ¿Consideras que tu esposa
tuvo la información y el apoyo familiar para llevarla a cabo?
Sólo dos
reconocieron que ni sus esposas ni ellos tuvieron la información necesaria o
por lo menos “No tanta información como
hubiera querido”. También comentaron que la mayor fuente de la información
provino de la internet y de los médicos.
Entonces les
pedí que dieran algún ejemplo de lo que
hacían para apoyar a su mujer y a la lactancia:
Hubo
respuestas desde: “hacer eructar al bebé
una vez que terminaba”, diplomáticas como: “siempre estar de acuerdo con la mamá y no contradecir”, prácticas:
“pasando la toallita para cubrirse” o
“llevando el oportuno vaso con agua”
y de plano: “mucho ayuda el que no
estorba”.
La siguiente
pregunta: ¿Sentiste que la lactancia de
tu hijo o hijos, en parte también había funcionado gracias a ti? ¿Te sentiste
parte del éxito?
Uno dijo: “En mi caso, solamente procuré que
prevaleciera el mejor ambiente para que esta actividad de amor incondicional
madre- hijo se diera de la mejor manera y nunca me paré para cuestionar si
funcionaron mis esfuerzos o no, simplemente los tenía que hacer por el amor
profundo que siento por mi esposa y mis hijos en cada momento”.
Un papá muy
entusiasta se denominó: “el jugador
número 12 <de ahí el título de esta entrada>. Un jugador que no corre ni suda en el campo, pero que sí suda y
grita hasta desgañitarse, al sacar desde sus entrañas más profundas todo el
amor y apoyo hacia su equipo así como el odio y desprecio hacia el rival [...] Me
sentí tan parte del éxito de la lactancia de mis hijas, como el jugador número
12 después de que su equipo fue campeón. Pa’ pronto, no jugué pero eché muchas
porras”.
Entonces,
ante el cuestionamiento: ¿Te sentiste
excluido o fuera de lugar en algún momento? Las respuestas me parecieron un
tanto ambivalentes, pues aunque ninguno se asumía directamente responsable del
éxito de las lactancias de sus esposas, tampoco se sentían fuera de lugar,
aunque sí un tanto excluidos, pues por más que quisieran ayudar, amamantar les
parece un momento tan íntimo entre mamá y bebé, que se convierte en: “algo así como ping-pong sin retas”. Alguno
optaba por “dejarles ese momento de
intimidad” y otro respondió: “Me
sentí parte del éxito como familia [...] Pero no creo que mi apoyo fuera
indispensable”.
Hubo quién
decidió ser un poco más explícito: “El
momento de exclusión llega cuando en el tiempo en que el infante lacta, la mamá
es exclusivamente del bebé. Por mucho que una mujer sea «súper- mamá», en ese preciso momento el
mundo se detiene y por unos minutos (o el tiempo que dure el servicio de
«Pits») sólo son Mamá e Hijo.
En ese momento no existen los
hermanos, no existen los maridos, no existe nada más ni nadie más. La mente de la mamá podrá estar pensando en
mil y un pendientes por hacer en la
casa, podrá estar dando órdenes al resto de los hijos para que metan a bañar,
podrá estar pensando en la lista del súper o en el menú del día siguiente,
pero en esos momentos, sólo son ella y su bebé”.
Ante el
cuestionamiento: ¿Te sentías incómodo si
el bebé tomaba el pecho en público?
Todos
dijeron que no, aunque con sus sutilezas, como: “Me sentía incómodo si ella no estaba a gusto”, “Creo que nunca se hizo
en público”; “si a la mamá no le importa baja esa incomodidad en uno”; “…hasta
donde me acuerdo, mi esposa siempre se cubría para amamantar”.
Este aspecto
es muy importante. Es urgente normalizar la lactancia materna. En la
actualidad, sólo el 14% de los bebés alcanzan los 6 meses de lactancia materna
exclusiva en México. Los factores por esta notable disminución son muchos, pero
uno de ellos y muy serio, es la presión social. En mis encuentros con las
mamás, son muchas las que comentan que han suspendido la lactancia porque a los
6 meses la primera opinión sobre que paren viene de los médicos –que evidentemente
no se han preocupado por formarse en lactancia materna y sus asombrosos
beneficios -.
Después, de las opiniones familiares, con dichos como: “ya está muy grande ese niño, ya no lo
llenas, tu leche a partir de los 6 meses ya no lo nutre, es agua con azúcar”
y muchos otras joyas vertidas por los opinólogos, que hacen que las mamás duden
en seguir… Y sin información correcta o el apoyo del padre, la mayoría deciden
interrumpir sus lactancias, aún sin desearlo.
La foto ganadora del Premio APILAM "Amamantar en público" http:// |
Y
finalmente, la última pregunta que contestaron fue: ¿Intentaste vincularte con el bebé de alguna otra forma? Prácticamente
todos afirmaron: Sí. Unos jugando,
otros dándoles el biberón en ausencia de la madre, casi todos comentaron el
momento del baño como un espacio de intimidad especial, el cambio de pañal como
un must de papá acomedido, y
actividades más placenteras como: haciéndolos reír, hablándoles bonito,
cantándoles…
Conclusiones personales:
Es curioso, creo
que estos papás que accedieron a responder mis preguntas pertenecen a una
generación un poquito más consciente respecto a la importancia que tiene su
presencia y hacer en sus hijos, y
hasta cierto punto, en el sostén emocional que son para sus parejas… pero todavía no cachan lo importantes que son
para el éxito de una lactancia. Pues a pesar de no dar el pecho ellos
(directamente), el apoyo que nos dan a las mamás con sus pequeños detalles:
desde traer el vaso con agua, acomodar las almohadas o ayudar a terminar de
dormir a los bebés, son muy importantes. Y la otra parte, que es que apoyar la
lactancia frente a la familia y amigos también tiene un valor fundamental.
Tal vez
porque los que me respondieron no están en contra de ella, no saben que las
mamás que en sus parejas no tienen respaldo frente al hecho de amamantar o a
superar los problemas que a veces la acompañan, sufren terriblemente, pues
viven mucha soledad (en la lucha) y también al desistir por falta de apoyo.
Por último, quiero citar una frase atribuida a Antoine de Saint Exupéry:
“si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo del mar libre y ancho”.
Creo que esta es nuestra labor, tratar de evocar en las mamás, papás, personas, familias, legisladores, personal sanitario y gobernantes, el anhelo de una sociedad más amorosa, más sustentable, más saludable, más empática y cuidadosa de los seres más vulnerables que la componen y que algún día se convertirán en esas madres, padres, médicos, legisladores y gobernantes que busquen construir una sociedad amorosa y respetuosa de su propia naturaleza.
Pd.
Gracias por sus testimonios a estos amorosos "jugadores número 12", su apoyo es invaluable para esta reflexión: Diego, Eulalio, Juan, Adán, Ignacio y Gabriel, … un abrazo.
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