miércoles, 7 de enero de 2015

Nuestro Miedo más Profundo...

Los inicios de año suelen ser oportunidad de replantearnos ciertas metas en nuestras vidas. El alcance y profundidad de las mismas debieran ir en función de nuestras necesidades, aunque muchas veces anteponemos las de otros, en mejor caso de nuestra familia y - en el menos bueno - para satisfacer las expectativas de una sociedad en la que queremos encajar.

Reflexionando sobre ello, se me vino a la mente un escrito de Nelson Mandela que leí hace algún tiempo y que me ha llevado un tiempo comprender la trascendencia que tiene.



Se los comparto:


“Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados.

Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite.
Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta.
Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso?
En realidad, ¿quién eres tú para no serlo?
Eres hijo del universo.
El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo.
No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras.
Nacemos para hacer manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros.
No solamente en algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno.
Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo.
Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás."
¿Qué te parece?

Este discurso lo leí hace varios años, recién saliendo de la universidad. Me pareció muy interesante. Mi conciencia me dijo que era el llamado a hacer grandes cosas desde mi profesión… y hasta ahí me alcanzó mi conciencia en aquel momento.

Lo volví a leer cuando estaba a punto de casarme, y me habló de no empequeñecerse al lado de la pareja, para que entonces esta también pueda crecer.

Lo encontré nuevamente hace unos meses y, leyéndolo con ojos de mamá, es que el golpe para mi conciencia fue mayor… ¿o sea que si yo dejo lucir mi propia luz, inconscientemente le doy permiso a mis hijos de hacer lo mismo? ¿De crecer, de explorar y explotar sus habilidades, de ser felices? ¡Wow! 

Me dí cuenta entonces de que el compromiso es mucho más grande. Que ser una “madre sacrificada” o “perfecta” no es la que le da permiso a sus hijos de ser felices, sino, una madre que se reconoce como persona con todas las potencialidades para hacer realidad sus propios sueños.

Con esta idea en mente inicié el proyecto de Maternidad Sustentable, donde la intención  es compartir con ustedes la tesis de que “no hay nada más sustentable que amar” y que “el recurso más sustentable para nuestras familias es el amor”.

¿Qué tal si nuestro propósito para este año fuera: “hacer manifiesta la gloria del universo que está dentro de nosotros”? Y que al vivirnos así todos los días y a cada momento, nos liberamos y liberamos a nuestros hijos de sus miedos. Nos damos y les damos permiso de ser felices y plenos.

No sé para ti, pero para mí, ¡perder mi miedo más profundo es un gran propósito para este año!


¡Gracias, Madiba! por seguir inspirándonos…


Si te ha gustado esta reflexión, por favor, compártela a través de tus redes sociales.