viernes, 31 de julio de 2015

Maternidad Sustentable se une al festejo de la Semana Mundial de la Lactancia Materna compartiendo historias de lactancia ininterrumpida (o como a veces se les llama “lactancias prolongadas” a los niños que siguen siendo amamantados más allá de un año).


Comenzaré con la mía (aunque durante la SMLM iré publicando de otras mamás maravillosas):


Miriam (yo), 39 años, mamá de Emi 11, Pablo 9 y Romi 3 años 8 meses.

Romi, mi tercera hija, ha sido el motivo de reinventarme en muchos sentidos, a nivel personal, como pareja, como mamá y como profesional. A partir de que me embaracé de ella me dí cuenta que hasta ese momento había hecho muchas cosas sólo porque “era lo que tocaba”. Así que decidí hacer un parteaguas de mi vida y preguntarme lo que verdaderamente quería hacer y cómo lo quería. De entrada, cuando nació pedí apego precoz, a los 20 minutos la nena estaba comiendo de mí. Hicimos alojamiento conjunto, limité el número de visitas e hice la cuarentena en mi casa (aunque pedí ayuda a mi maravillosa suegra y mi querido papá, pues los hijos grandes también necesitaban apoyo).

Por primera vez no me preocupé por regresar a trabajar. Disfruté a mi bebé y a mis hijos mayores siendo mamá en toda la extensión de la palabra. Me metí en la asociación de padres, los acompañé a cuanta actividad fui requerida valiéndome del maravilloso fular. Fue tan útil que los comencé a vender.

Hice un proceso de terapia que me llevó casi un año, que me ayudó a sanar muchas heridas de infancia y tramitarlas como la adulto que soy. Los ganones de todo esto fueron mis hijos, que tuvieron una mamá más integrada. Leí todo lo que pude sobre la crianza con apego, terapia de contención, necesidades de los niños, constelaciones familiares, metagenealogía y lactancia materna, etc. Todo mientras amamantaba a mi niña. En esos momentos mágicos en donde pierdes la noción del tiempo.

Hacia el año comenzó la “campaña de los opinólogos”, pero para entonces ya había leído tanto que les tenía respuesta para todo… y dejaron de opinar. Mi esposo me ha respaldado en todo, aunque sí llegó un momento en que el tema de la sexualidad entre nosotros le hizo perdirme parar con el colecho y las tomas en la noche… me costó un rato acostumbrar a la peque de quedarse en su cama y de sólo comer antes de dormir, pero lo conseguimos.

Claro que he sentido la agitación del amamantamiento, sobre todo cuando he estado muy cansada y ella me pedía varias tomas durante el día. No me preocupaba darle en público, muchas veces lo hice dentro del fular. Aunque reconozco que sí solía taparme, sobre todo por las miradas incómodas de los demás. Ante familiares no me cubro, que se acostumbren.

Cuando me preguntan si todavía le doy pecho con los ojos muy abiertos por el asombro, yo con toda tranquilidad les contesto: “sí, y es maravilloso”… 


Hace un año comencé  este blog que se llama Maternidad Sustentable, donde trato de abordar todos estos temas, partiendo del principio básico que el recurso más renovable es el amor. Muchas mamás comenzaron a hacerme preguntas sobre lactancia, y me dí cuenta que he tenido lactancias tan afortunadas que no tenía idea de qué responderle a una mamá con grietas, o mastitis, etc. Así que decidí tomar la formación en Asesoría de Lactancia Materna de Edulacta como forma de poder dar respuestas útiles y responsables a otras mamás, ¡y vaya que ha sido diferencia!

Actualmente, a los 3 años 9 meses, Romi sólo me pide en la noche, antes de dormir… es un momento que atesoro, pues cada vez siento más cercano el día en que esto acabará… y para ser sincera, me entristece, pero también quiero respetar la decisión de mi hija… ella dirá cuándo será la última vez.

Mientras tanto, puedo decirte que Amamantar y Trabajar ¡Es posible! Pues no sólo comencé a trabajar, sino que decidí hacer lo que más me gusta: dar talleres, asesorías, terapias, escribir, crear sinergias, apoyar a mamás guerreras (como seguramente lo serás tú que te estás tomando el tiempo de leer este blog).


Ama... Amamanta...